Desde hace ya varios cursos estamos adquiriendo libros con ilustraciones de calidad o álbumes ilustrados (tal como se prefiere decir ahora) y revisando las obras literarias destinadas al público juvenil (aprovechando la reorganización del fondo bibliográfico), incorporando a la ficha bibliográfica el nombre del ilustrador, tarea en la que nuestra compañera Leonor puso baste empeño.
El objetivo es hacer visible un tipo de obra tan importante como una pintura, escultura u otra creación destinada al museo o sala de exposiciones, que tiene la ventaja de ser el único arte verdaderamente democrático (función que antes desempeñaba el grabado, antes de que las estampas se firmaran y numeraran y alcanzaran cotizaciones, a veces, astronómicas), al que todos podemos acceder, contemplar en nuestra casa, en la biblioteca o en el aula, regalar y compartir.
Por lo general, este tipo de obras las hemos llevado a clase, como paréntesis a las actividades que habitualmente realizamos, poniéndolas en manos de nuestros alumnos, como quien comparte un secreto maravilloso, subrayando su interés narrativo y estético. Este acto casi espontáneo suele tener una acogida más favorable que cuando se quiere dar una lección magistral sobre el arte de la ilustración. Pensemos que los alumnos a los que nos dirigimos principalmente (1º y 2º de ESO) son todavía muy jóvenes para asimilar todo lo que queremos transmitirles.
No obstante, hemos llevado a cabo, en estos dos últimos cursos, dos iniciativas más rigurosas, orientadas a toda la comunidad educativa, una exposición sobre la obra de Francisco Meléndez, que mostraba por primera vez el conjunto de su trabajo, y otra de nuestros libros ilustrados, debidos a un amplio y variado elenco de creadores.
La primera se enmarcó en las celebraciones del 25 aniversario, como tributo a la colaboración y relación generosa que ha mantenido Meléndez con el Instituto, durante los últimos años. En total se mostraron 72 originales, entre bocetos e ilustraciones acabadas, algunas inéditas y que no han llegado a publicarse, tal como las concibió este artista. A modo de ejemplo, nuestros alumnos pudieron admirar los dibujos originales de Los diarios de Adán y Eva de Mark Twain (Libros del zorro rojo, 2010), la imagen impresa en la publicación y estos dibujos insertos en fondos que reproducen láminas de antiguos manuales de ciencias de la naturaleza. Igualmente, se expusieron 25 títulos provenientes de la Biblioteca Pública de Zaragoza, que se sumaron a los cuatro que posee la biblioteca del centro, algunos tan impresionantes como El viaje de Colonus (Aura Comunicación, 1992), crónica del itinerario seguido por Colón hasta llegar a las Indias, un friso plegado en fuelle de tres metros y medio, que pudimos ver en toda su extensión.
En el mes de diciembre, coincidiendo con la jubilación de Leonor y como modesto homenaje a nuestra cordial y trabajadora compañera, exhibimos todos aquellos libros cuyas imágenes nos gustan, realizadas por Javier Serrano, Miguel Calatayud, Federico Delicado, Pablo Amargo, José Luis Cano, Jorge Gay, Mariano Castillo, Isidro Ferrer, Elisa Arguilé, Jordi Vila Delclòs, Jesús Cisneros, Elena Odriozola, Angela Barrett y Roberto Innocenti, entre otros artistas. Todas estas obras componen un panorama heterogéneo por la procedencia, reconocimiento local, nacional, internacional y oficios artísticos desempeñados por sus autores, por el uso de técnicas variopintas y modos de abordar el relato gráfico, entre la tradición y las vanguardias.
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